El español disputará este domingo su gran premio número 340 en un campeonato que le vio brillar tarde si tenemos en cuenta que su primera victoria no llegó hasta 2022, 18 años después de debutar en el certamen en 125cc. A sus 35 años, Aleix Espargaró colgó el mono hace cinco meses para enfundarse de forma casi permanente en el maillot de ciclista que tanto le gusta y tanto le exige. Todavía más tras firmar por el equipo Lidl-Trek, con el que debutó como profesional hace poco menos de un mes en una prueba del Gravel World Series, en la que terminó el séptimo.
“Me siento más ciclista que piloto de MotoGP ahora mismo, porque estoy pasando mucho más tiempo encima de la bici. Pero siempre seré piloto y estoy muy orgulloso de poder lucir los colores de HRC. A la vez, me supone una gran responsabilidad”, comentó Espargaró este jueves, ya desde el circuito andaluz, al que llegó “nervioso”.
Cuando decidió retirarse, en su hoja de ruta no figuraba tener que volver a desconectar el cerebro en una cronometrada o morderse las uñas formado ya en la parrilla de salida. Este wildcard es el primero y probablemente no sea el último de esta temporada. “Correr no estaba en mis planes, pero también es verdad que no hay mejor banco de pruebas para examinar los componentes que estamos desarrollando que un gran premio. Seguramente haré otro [wildcard], pero no me planteo muchos más”, puntualizó Espargaró, que no se ha arrepentido ni por un instante de la decisión de dejar de correr: “Vi la primera carrera, en Tailandia, sentado en el sofá. Allí me di cuenta de que había hecho bien”.
Tranquilamente instalado en Andorra, junto a Laura, su mujer, y Max y Mía, sus mellizos de seis años, el catalán compagina ascensiones a puertos de montaña con descensos vertiginosos, todo eso en bicicleta, para subirse de vez en cuando a una Honda de más de 300 caballos de potencia. En ese sentido, el kilo de masa muscular que ha ganado seguramente le ayudará en los cambios de dirección.

En los últimos tres años, la marca del ala dorada, la más exitosa del ‘paddock’ de MotoGP, ha deambulada completamente desnortada, una sensación de deriva que se acentuó con la marcha de Marc Márquez, con vistas a 2024. En su momento más oscuro, los responsables del fabricante de Tokio eligieron al #41 para tratar de enderezar el rumbo de un gigante dormido, que no se corona campeón desde 2019 (Márquez).
En esta nueva etapa, Espargaró se ha encontrado con Romano Albesiano, ex director técnico de Aprilia, con quien el corredor de Granollers (Barcelona) logró los tres triunfos que figuran en su palmarés. Junto al italiano y al pelotón de japoneses que desembarcan en cada ensayo, Aleix ha ido descartando un montón de piezas para ensamblar una configuración de la RC213V con la que correrá en Jerez, y que será muy distinta a la que llevarán el resto de corredores de la compañía.
“El prototipo que conduciré es completamente distinto del que probé en el test de Barcelona [de diciembre]. Honda está trabajando a tope para mejorar, y es cuestión de tiempo que vuelva a estar arriba. Espero que, con el tiempo, me pueda hacer un nombre y respetar por los pilotos. Lo más importante es que Joan [Mir] y Luca [Marini] valoren mi trabajo”, reflexionó ‘Il Capitano’, como lo apodaron en Aprilia por su capacidad de liderazgo. A Honda le puede ir muy bien algo de eso.
En este artículo
Germán Garcia Casanova
MotoGP
Aleix Espargaró
Honda HRC
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