Anunciados oficialmente o no, todos los puestos de la parrilla 2025 de MotoGP están prácticamente apalabrados. Solo existe una ranura libre, la del segundo piloto de Pramac, la estructura que permitirá que Yamaha recupere su anhelada estructura satélite.
La casa japonesa, que hasta hace no tantos años dominó la categoría reina con campeones como Valentino Rossi (2004, 2005, 2008 y 2009), Jorge Lorenzo (2010, 2012 y 2015) y hace solo tres años (2021), con Fabio Quartararo, ha perdido el hilo de la competitividad respecto de los constructores europeos, sobre todo al compararse con Ducati.
El punto de inflexión del ensanchamiento de esa brecha se produjo, precisamente, cuando la marca de los diapasones perdió su equipo satélite, a finales de 2022, por desavenencias con Razlan Razali, el propietario de la plaza. Los ejecutivos de Yamaha no calibraron la importancia de esa pérdida, más aún cuando el campeonato entregó esa plaza a Valentino Rossi, que se asoció de inmediato con Ducati, dando la espalda al constructor del que es, aún a día de hoy, brand ambassador.
Eso propició que Ducati contase, en 2023 y 2024, con ocho motos en la parrilla, acelerando todavía más el desarrollo de su prototipo, hasta un punto en el que se ha convertido en inalcanzable para el resto. Solo hay que ver el top 10 del GP de Gran Bretaña en el que ocho Desmosedici terminaron entre los diez primeros prototipos que cruzaron la meta y donde no aparecía ninguna moto japonesa.
Detectado el grave error, Lin Jarvis, director de Yamaha, se puso manos a la obra para recuperar, lo antes posible, esas dos unidades extra. En 2023 intentó convencer a Rossi y su VR46 para dejar Bolonia y dar el paso que todo el mundo entendía como natural. La respuesta entonces fue la misma que la que se ha dado un año más tarde: no.
“El VR46 es nuestro plan A, nuestra primera opción y lo que queremos llevar a cabo. El plan B es Pramac. Después de eso, no hay más alternativas”, explicó un ejecutivo de Yamaha a Motorsport.com, en Le Mans, antes de cerrar un acuerdo con Pramac, a finales de junio.
En Yamaha han hecho los deberes. Jarvis logró convencer a Quartararo para que renovara para después ampliar a cuatro las M1 con vistas a 2025, una de las primeras condiciones que puso el Diablo para seguir. La semana pasada se anunció la renovación de Alex Rins, cerrando la carpeta del equipo oficial. Una vez logrado eso, los dirigentes de la compañía nipona se centran ahora en armar la estructura satélite.
“Es nuestro equipo asociado, Yamaha pone las motos y los pilotos, vamos a decidir nosotros, pero evidentemente lo vamos a consensuar con los intereses e inquietudes de Pramac”, aseguró a Motorsport.com otro alto ejecutivo de la casa nipona, en Silverstone. “¿Quién toma la decisión sobre la identidad de los pilotos de Pramac?”, se le preguntó directamente a esta voz autorizada. “El primer escenario pasaba por incorporar a un piloto experimentado (Oliveira) y otro joven, un debutante”. En este planteamiento, el primer candidato a acompañar al portugués era Sergio García, y el segundo, Alonso López, ambos en Moto2.
“La segunda posibilidad era fichar a dos corredores expertos, con conocimiento de la categoría, para que ayudaran a desarrollar la moto más rápido”, ahonda esta fuente que sale de las oficinas de Yamaha. Motorsport.com entiende, sin embargo, que ninguno de los dos supuestos anteriores se llevará a cabo. “Tras hablar con Pramac, evaluamos la posibilidad de un piloto joven italiano, por un asunto de sensibilidad con los patrocinadores” prosigue esta persona, en referencia a los deseos de Prima, el patrocinador del equipo de Paolo Campionoti. En esta fotografía cogió fuerza el nombre de Tony Arbolino.
¿Qué tan determinada está Yamaha en avanzar?
Este fin de semana en Silverstone se ha vuelto a poner encima de la mesa el nombre de Jack Miller. El australiano aseguró el jueves, en la previa del gran premio, que su teléfono no había sonado.”No tengo ninguna oferta”, dijo, para encender las alarmas de un campeonato que siempre ha alentado la diversidad de nacionalidades, pero sin que ello dejara fuera a los mejores, sean del país que sean. “Si hay muchos pilotos italianos y españoles en la parrilla es porque van rápido”, ha defendido siempre Carmelo Ezpeleta, CEO de Dorna, el promotor del certamen.
El grito de auxilio de Miller llegó a los oídos adecuados y, en menos de 48 horas, el corredor de Townsville se reunió en el ‘hospitality’ de Pramac, junto a su manager, Aki Ajo, y con un miembro del departamento comercial del campeonato.
Jack Miller y Aki Ajo salen del hospitality de Pramac el domingo en Silverstone
Foto de: Motorsport.com
De aquello que se trató en esa reunión no ha trascendido nada, pero Motorsport.com interpreta que Miller vuelve a ser una opción real para correr con una M1.
Eso dejaría a Pramac con dos pilotos con idéntico perfil: Oliveira y Miller tienen la misma edad (29) y experiencia (14 años en el Mundial), han ganado un número de carreras bastante parejo (cuatro el australiano y cinco el de Pragal), han pasado por equipos de fábrica y satélites, conocen el negocio y, sin duda, son atractivos desde el punto de vista comercial, dado que son los únicos representantes de sus respectivos países en MotoGP.
Si en Iwata o en Gerno di Lesmo, que es donde ahora se centraliza toda la operativa de Yamaha, creen que Miller es la solución, tiene todo el sentido del mundo que cierren su llegada. Pero si Yamaha sale al rescate de Miller solo por presiones externas, eso sembrará dudas importantes acerca del proyecto.
Un giro de guion y mantener en primera fila a una piloto por su pasaporte nos llevaría a la conclusión de que la nueva propiedad del campeonato del mundo que entrará a final de año apuesta más por la diversidad que por la velocidad. Pero, sobre todo, daría la medida real de la determinación de Yamaha a la hora de poner en el centro de sus prioridades el desarrollo y crecimiento de la moto, por delante de cualquier otro aspecto.